"Si no hubiera aprendido a contenerme cada vez que la gente me reprochaba lo del gol, habría terminado en la cárcel o en el cementerio hace mucho tiempo", reveló en una de sus pocas apariciones públicas Moacyr Barbosa [arquero brasileño en el Mundial 1950] antes de conmover a la audiencia televisiva al narrar el episodio más amargo de su larga cadena perpetua: "Fue una tarde de los años 80 en un mercado. Me llamó la atención una señora que me señalaba con el dedo, mientras la decía en voz alta a su chiquito:
Mirá, hijo... Ese es el hombre que hizo llorar a todo Brasil".
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