Tras vencer Brasil por 1-0 a Uruguay y consagrarse en su país campeón sudamericano 1919, el pueblo se lanzó a las calles de Río de Janeiro. Encabezaba los festejos, alzado a modo de estandarte, un embarrado zapato de fútbol con un cartelito que proclamaba: "
O glorioso pé de Friedenreich". Al día siguiente, aquel zapato que había convertido el gol de la victoria fue a parar a la vitrina de una joyería en el centro de la ciudad.