Ni el mar, | Fue la vuelta del viento. La vuelta al corazón de la esperanza. Fue tu vuelta. Azul heróico y grana, mando el aire en las venas. Alas, alas celestes y blancas, rotas alas, combatidas, sin plumas, escalaron la yerba. Y el aire tuvo piernas, tronco, brazos, cabeza. ¡Y todo por ti, Platko, rubio Platko de Hungría! Y en tu honor, por tu vuelta, porque volviste el pulso perdido a la pelea, en el arco contrario al viento abrió una brecha. Nadie, nadie se olvida. El cielo, el mar, la lluvia lo recuerdan. Las insignias. Las doradas insignias, flores de los ojales, cerradas, por ti abiertas. No nadie, nadie, nadie, nadie se olvida, Platko. Ni el final: tu salida, oso rubio de sangre, desmayada bandera en hombros por el campo. ¡Oh, Platko, Platko, Platko tú, tan lejos de Hungría! ¿Qué mar hubiera sido capaz de no llorarte? Nadie, nadie se olvida, no, nadie, nadie, nadie. |
Santander, 27 de mayo de 1928
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