Durante 1930 los futbolistas uruguayos se encontraban en huelga a partir de reclamar el reconocimiento de sus derechos como trabajadores. Al término de una reunión, quien la coordinaba consultó si a alguien le había quedado algo por decir: pidió la palabra el Ñato Pedreira, jugador de Sud América. Algunos, que lo conocían, se resistieron a que se le otorgue por miedo a que todo se desvirtúe, pero igualmente se la concedieron. En medio del clima de efervescencia, por suerte fue breve, pero así también fiel a su costumbre:
"Estoy de acuerdo con todo lo expresado por los camaradas y pido se agregue al petitorio que se hará a la Asociación Uruguaya... ¡el descanso dominical para todos los futbolistas!".
Algunos se rieron... otros estallaron en aplausos como producto del entusiasmo que le habían producido los anteriores reclamos, serios y coherentes.