Cuando Platense tuvo que ir a jugar a Rosario frente a Central por el campeonato de 1954 había huelga de restaurantes en la ciudad. Como su entrenador no quería que los futbolistas jueguen sin antes comer decidió que fueran en barco. Salieron el sábado a las once de la mañana del puerto de Buenos Aires y llegaron casi 24 horas después al de Rosario tras remontar el Río de la Plata y el Paraná. En el barco almorzaron, merendaron y cenaron el sábado, mientras que desayunaron y almorzaron el domingo. Como si el día de viaje y las cinco comidas a bordo fuera poco, a los jugadores se les permitió llevar a su familia y todo.
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