En una ocasión, tras reiterados reproches al árbitro durante un partido en 2003, los jugadores del equipo checo Romark estuvieron a punto de perder sus cabezas. "No parábamos de protestarle y decidió abandonar el terreno de juego", contaron; "Uno de los jugadores lo llamó marica, entonces perdió los estribos: volvió al césped con el torso desnudo y nos empezó a correr agitando en su mano un hacha. Aquello parecía el infierno y el árbitro: Conan el Bárbaro", declaró un futbolista.
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