A mediado de 1995 el embajador de Estados Unidos en Argentina, James Cheek, criticó con dureza públicamente el desempeño de algunos árbitros; los cuales, a su consideración, perjudicaban a San Lorenzo: club del cual decía que era hincha. Alertado desde su país (tras preguntarle no solo que era San Lorenzo sino inclusive el fútbol) de la inconveniencia de una declaración tan desafortunada, manifestó que se trataba solo de una broma.
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