El domingo 10 de enero de 1988 Juventud Antoniana (Salta) recibía a Atlético Ledesma (Jujuy) en un verdadero clásico del norte argentino. Cuando faltaban diez minutos para terminar el partido Gustavo Gherbis convierte un golazo para el equipo jujeño: todos pidieron orsai, pero el árbitro Osvaldo Pisapia, al ver que el línea Augusto Mounes no levantó el banderín, convalidó el 3-2 para el visitante. Se armó semejante batahola que el árbitro se vio obligado a suspender el partido y se fueron todos a los vestuarios; pero tras veinte minutos, a pedido de los dirigentes salteños, Pisapia reanudó el partido 2-2, pero ya sin el línea Mounes, que se quedó en el vestuario. "Muchachos... de acá no salimos vivos", le dijo a los jugadores de Ledesma. Finalizados los minutos que faltaban el tanteador se mantuvo en empate y todos se pudieron ir sanos a sus casas, pero cuando el informe del partido llegó a la AFA, el árbitro había puesto que Lesdesma había ganado 3-2.
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